jueves, 5 de diciembre de 2024

Opinion Periodistica

 La importancia de conservar  y concientizar sobre los acantilados

Por Carlos A. Negroni Santiago
carlos.negroni@upr.edu

Foto Por Heidi Aviles

Los acantilados de Guajataca son producto de cientos de años de erosión y desarrollo costero.  Hábitat de especies como el chirre coliblanco y nuestra mariposa endémica, la Atlante Tulita.  Estos traspasan los municipios de Isabela y Quebradillas; tienen su comienzo en Camuy y culminan en Aguadilla.  Presentan valor cultural al ser un desarrollo único en la Isla, como también un valor histórico, debido a que por estos acantilados pasaba el tren que cruzaba la costa norte.  Esfuerzos realizados por entidades sin fines de lucro como la Liga Ecológica Quebradillana, Conservación Costera Puerto Rico (Coco PR), en relación con activistas ambientales como Eliezer Molina, han mantenido a los acantilados como a las especies que allí habitan lo más a salvo su capacidad le permite, pero el desarrollo económico de la zona y el impulso a la compra de propiedades retienen de estos esfuerzos. 
 

            Los acantilados se han visto afectados en gran medida por la apropiación de propiedades privadas en la parte superior de estos, siendo esto el causante del “NO PASE, PROPIEDAD PRIVADA”, cuando la ley establece que siempre se debe permitir el paso a la costa que es un bien de dominio público.  Esto es causante de deforestación, disminuyendo las posibilidades de reproducción de la Atlantea, la cual ya está amenazada de peligro de extinción, asimismo impacta al chirre que se reproduce en la parte frontal del acantilado, que, en palabras de Verónica Nieves, miembro de la fundación Coco PR, “su población ha ido disminuyendo”.  El apropiarse de estas áreas, impulsa el desarrollo de construcciones que suelen bastantes desmedidas, entiéndase viviendas de dos a tres pisos valoradas en cantidades mayores de $100,000 dólares.  Estas construcciones, según el presidente de la Liga Ecológica Quebradilla, corren peligro en caso de terremoto al encontrarse al borde del acantilado, acantilado que forma parte la franja del carso norteño, el cual es más propenso a deslizamientos. 
 
            Ante esta problemática, la comunidad que vive en el área debe involucrarse más en estos asuntos.  La comunidad tiene gran poder sobre el futuro de estos acantilados.  El entrar en conciencia sobre permite una mejor conservación de la vida que allí habita, como la formación del acantilado.  Como también, el municipio debe informar a los propietarios sobre los peligros al ecosistema ambiental que está ahí desarrollado como a la comunidad cercana, de forma resumida, mejorar la planificación. 


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