La importancia de conservar y concientizar sobre los acantilados
Por Carlos A. Negroni Santiago
carlos.negroni@upr.edu
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| Foto Por Heidi Aviles |
Los acantilados de
Guajataca son producto de cientos de años de erosión y desarrollo costero. Hábitat de especies como el chirre coliblanco
y nuestra mariposa endémica, la Atlante Tulita.
Estos traspasan los municipios de Isabela y Quebradillas; tienen su
comienzo en Camuy y culminan en Aguadilla.
Presentan valor cultural al ser un desarrollo único en la Isla, como
también un valor histórico, debido a que por estos acantilados pasaba el tren
que cruzaba la costa norte. Esfuerzos
realizados por entidades sin fines de lucro como la Liga Ecológica
Quebradillana, Conservación Costera Puerto Rico (Coco PR), en relación con
activistas ambientales como Eliezer Molina, han mantenido a los acantilados
como a las especies que allí habitan lo más a salvo su capacidad le permite,
pero el desarrollo económico de la zona y el impulso a la compra de propiedades
retienen de estos esfuerzos.
Los acantilados se han visto
afectados en gran medida por la apropiación de propiedades privadas en la parte
superior de estos, siendo esto el causante del “NO PASE, PROPIEDAD PRIVADA”,
cuando la ley establece que siempre se debe permitir el paso a la costa que es
un bien de dominio público. Esto es
causante de deforestación, disminuyendo las posibilidades de reproducción de la
Atlantea, la cual ya está amenazada de peligro de extinción, asimismo impacta
al chirre que se reproduce en la parte frontal del acantilado, que, en palabras
de Verónica Nieves, miembro de la fundación Coco PR, “su población ha ido
disminuyendo”. El apropiarse de estas
áreas, impulsa el desarrollo de construcciones que suelen bastantes desmedidas,
entiéndase viviendas de dos a tres pisos valoradas en cantidades mayores de $100,000
dólares. Estas construcciones, según el
presidente de la Liga Ecológica Quebradilla, corren peligro en caso de
terremoto al encontrarse al borde del acantilado, acantilado que forma parte la
franja del carso norteño, el cual es más propenso a deslizamientos.
Ante esta problemática, la comunidad
que vive en el área debe involucrarse más en estos asuntos. La comunidad tiene gran poder sobre el futuro
de estos acantilados. El entrar en
conciencia sobre permite una mejor conservación de la vida que allí habita,
como la formación del acantilado. Como
también, el municipio debe informar a los propietarios sobre los peligros al
ecosistema ambiental que está ahí desarrollado como a la comunidad cercana, de
forma resumida, mejorar la planificación.
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